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Un científico ruso encuentra el elixir de la vida eterna en Siberia

Tras inyectarse con la bacteria, Brouchkov no ha vuelto a enfermar. (iStock)
¿Adónde vamos cuando morimos? Y, sobre todo, ¿no podríamos quedarnos un rato más? Si pudiéramos elegir, la mayoría de nosotros querría vivir hasta los cien años, aunque tuviéramos que soplar las velas del pastel con la ayuda de un ventilador. Pero, ¿qué estaríamos dispuestos a hacer para conseguirlo?
El doctor Anatoli Brouchkov, jefe del departamento de Geocriogenia de la Universidad Estatal de Moscú, descubrió en 2009 una bacteria que vive hace 3'5 millones de años en las capas heladas del Yakut, en tierras siberianas, que podría explicar las altas tasas de longevidad de los habitantes de la zona y, ni corto ni perezoso, decidió inoculársela para probar su efectividad. Dos años más tarde -proclamaba orgulloso- seguía sin resfriarse, aunque la manera en que opera en su organismo esta bacteria ‘eterna’, conocida como 'Bactillus F', sigue siendo un misterio: “De momento solo podemos medir el impacto, pero cuando entendamos qué genes han permitido su supervivencia, estaremos más cerca de alargar nuestra esperanza de vida indefinidamente”, señaló a 'The Siberian Times'.

Antes de testar los efectos de la llamada bacteria ‘eterna’ en sí mismo, Brouchkov y el equipo dirigido por el epidemiólogo Viktor Chernayavsky lo probaron en ratas de laboratorio con un resultado sorprendente: Incluso las más ancianas recuperaban su capacidad reproductiva. Y si a esto le sumamos que el sexo, según los científicos, alarga la vida, todo hace prever que estas marchosas cobayas alcanzarán su parcela de inmortalidad.

En esta misma estepa siberiana, en las montañas de Mammoth, en la República de Sakha, dos hermanos encontraron un extraño cachorro prehistórico momificado que fue bautizado como ‘Turmat Dog’. Tras ser examinado por los científicos, concluyeron que a pesar de los 12.400 años que llevaba sepultado en el hielo, conservaba perfectamente el pelo, los dientes e incluso los alimentos que había comido escasas horas antes de su muerte. ¿Podría ser la zona de permafrost de Siberia el lugar donde se encuentre el elixir de la vida eterna?
La carrera por la longevidad

Para Walt Disney la eternidad es un lugar en el que hace mucho frío y para el padre de la psicodelia, Timothy Leary, una forma de consciencia con viaje interestelar incluido. Cada cual escoge su camino en la carrera por la inmortalidad, desde la criogenia, o preservación del propio cuerpo una vez muerto a bajísimas temperaturas, a la posibilidad de extender nuestra vida mental y recuerdos almacenados en computadoras o incluso en robots antropomorfos.

No obstante, hay otros medios 'low cost' no ya para no vivir eternamente, sino para estirar la esperanza de vida hasta que otros te consideren inmortal. Por ejemplo, mudarse a una de las llamadas ‘zonas azules’ del planeta. Según un estudio publicado por 'National Geographic' en colaboración con expertos demógrafos, en lugares como Okinawa en Japón, Loma Linda en California en los Estados Unidos, Vilcabamba en Ecuador, Ikaria en Grecia o Nicoya en Costa Rica habitan las personas más longevas del planeta. Las razones son tan sencillas y asumibles que tras leer este artículo habrás sumado diez años de vida: tener hábitos saludables, ser sociable y disfrutar el presente.

Y si no es así siempre podrás decir aquello de “soy inmortal hasta que la muerte demuestre lo contrario”.