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Imagen de la red social Facebook. /EL MUNDO
Facebook acaba de anunciar la figura del 'albacea digital', la posibilidad de designar un 'heredero' que podrá gestionar la red social cuando el dueño muera. Se abre el camino hacia el testamento digital.

No es lo peor, pero sí un engorro, sobrellevar con éxito todo lo burocrático cuando muere alguien cercano. A nadie le apetece preocuparse por el papeleo cuando una persona querida ha fallecido. Por si fuera poco, si ya es difícil ser persona, ahora además existe la identidad digital. El jueves, Facebook puso un poco de luz en todo este embrollo al anunciar la figura de albacea digital, la posibilidad de designar una persona que, tras nuestra muerte, se haga cargo del patrimonio digital acumulado durante los últimos años.

Esta albacea digital, un amigo o un familiar, podrá escribir una actualización en el perfil de Facebook del fallecido para avisar de una misa o un homenaje, así como "responder a las nuevas peticiones de amistad y actualizar la foto de perfil y la foto de fondo". Prácticamente, permite convertir el perfil de un muerto en una especie de recordatorio permanente de su existencia. Como una lápida, pero en constante movimiento. O bien lo contrario, porque Facebook también incluye la figura del testamento digital inverso, esto es, el borrado total del perfil.

Son muchos los colectivos que aplauden la iniciativa de la compañía norteamericana que, por el momento, sólo ha instaurado la figura en Estados Unidos y, se espera, pronto llegará a España. Rodolfo Tesone, presidente de la Asociación de Expertos Nacionales de Abogacía Digital (Enatic), sostiene que "va a haber un antes y un después tras este anuncio porque la gente va a tomar conciencia de la necesidad de gestionar su archivo digital post-mortem".

"Somos menores de edad digitales y no hay una carta de derechos fundamentales en la red, hace mucho tiempo que intentamos sensibilizar a la sociedad sobre qué hacer con nuestro patrimonio digital cuando muramos pero esto nunca forma parte de la agenda pública, hasta que una multinacional se adelanta, como ahora", describe Tesone. Se refiere a fotos, contraseñas, cuentas en redes sociales o en otro tipo de páginas, pero también a archivos que sean confidenciales y relevantes para la empresa en la que trabajaba el finado, o cuentas bancarias a las que la familia necesita acceder, o incluso un gran secreto que, en vida, no se atrevió a transmitir a nadie.

Hasta ahora el vacío legal había permitido que proliferaran todo tipo de aplicaciones que, con eslóganes sugerentes -"no muera con secretos que necesitan ser liberados, la gente que comparte la vida con usted se sentirá mejor si puede recibir un email suyo cuando usted haya muerto"- establecían la posibilidad de comunicarse con los que se fueron. Porque la muerte genera desconcierto en los entornos analógicos, pero también en los digitales. Por ejemplo, cuando uno echa un ojo a su timeline en Facebook y se topa con que la viuda de un amigo muerto se dedica a actualizar su cuenta, a modo de recuerdo. Sobresalto.

Por eso, para especialistas como Ramón Rey, director jurídico de la Plataforma Legal i-olvido, que presta servicios jurídicos en internet, la medida adoptada por Facebook "clarifica mucho porque facilita al usuario la toma de decisiones y permite que se tome conciencia de la herencia digital, que en España no hay". Según Rey, en los países anglosajones llevan mucho camino avanzado y, de hecho, el colegio de abogados británico pidió en 2014 que los ciudadanos "dejaran un legado digital tras su muerte". "El patrimonio digital es un activo y una propiedad intelectual, todas esas fotos, todos esos documentos y contraseñas pueden tener incluso un valor económico, si la persona fallecida es un personaje célebre o muy conocido, ¿qué pasa con el perfil de Twitter de un famoso?", apunta.

La abogada Clara Estrems, experta en Derecho de internet y nuevas tecnologías, advierte de que "habrá que leer la letra pequeña de esta opción de Facebook cuando llegue a España porque el problema sigue siendo que no existe una regulación legal ni en España ni en Europa y sólo se están poniendo parches". "No hay que olvidar que Facebook también tiene perfiles profesionales, de famosos, de empresas y de productos; quizá esta opción esté pensada por su vertiente económica".

Desde la Agencia Notarial de Tecnologías (Ancert) su director general, Mario Abascal, recuerda que "un notario está capacitado para gestionar el testamento digital de los ciudadanos, aunque esto no se sepa". "Todo lo que sea un avance en el mundo tecnológico es bueno pero, ¿quién será el dueño legal de una cuenta si hay un problema? Facebook es una máquina y éstas pueden fallar, ¿qué pasa si esa albacea digital descubre su padre tenía un amante? Puede acarrear problemas con el derecho a la intimidad".

Según Estrems, "la mejor opción sigue siendo hacer un testamento notarial con un inventario exhaustivo de todo nuestro material, direcciones de email, redes sociales y contraseñas". Mientras la concienciación digital se desarrolla, ya hay empresas en España que gestionan los testamentos digitales y facilitan los homenajes virtuales, como Testamenta y Rememori, cuyo director, Carlos Argemi, se expresa así: "Quisimos anticiparnos a una época y que el trámite burocrático en un testamento digital fuera más sencillo".