El guion del anuncio exigía que la intérprete se vistiera con una caja de patatas Spicy Chicken y fumara una alita de pollo como si fuera un cigarro, algo por lo que ella no está dispuesta a pasar.
"Estábamos atónitos. Era una forma de burlarse de sus problemas", confesaba una persona cercana a la estrella a la columna Page Six del periódico New York Post.
Además, los responsables de la campaña publicitaria también esperaban que Lindsay realizara un monólogo "picante" promocionando los mundialmente famosos restaurantes de comida rápida, aunque finalmente las dos partes no han llegado a un acuerdo.
Sin embargo, otra fuente ha ofrecido una información diferente sobre quién rechazó a quién en esta historia, ya que según su versión de los hechos fue la propia compañía la que acabó echándose para atrás cuando la actriz y su equipo comenzaron a presentar objeciones y sugerencias para modificar el anuncio.
"Ella quería tener el control creativo. Y los representantes de Burger King le dijeron que ya se podía ir olvidando", apuntó el informante.
Por suerte, trabajo no es algo que le falte precisamente a Lindsay, que actualmente reside en Londres. La actriz dedica su tiempo a escribir un libro y a seguir trabajando en su línea de moda Lavish Alice, a pesar de que hay quien dice que está "en la ruina".
"Está en la ruina, durmiendo en apartamentos de distintos chicos, pero ella se cree que es Elizabeth Taylor", aseguraba una fuente al mismo medio.